La oruga procesionaria en entornos urbanos crea problemas en una época muy concreta del año entre los meses de marzo y abril cuando las larvas bajan a enterrarse para hacer sus  metamorfosis a crisálida, al ser altamente irritantes por contacto para personas y mascotas.

Desde el Club de Campo llevamos a cabo su control siguiendo la estrategia de gestión integrada; esto consiste en el estudio profundo de las condiciones de desarrollo de la especie y el peligro que representa en nuestro medio y sobre él realizar las actuaciones pertinentes. Estas son las actuaciones que realizamos durante el año.

Durante los meses de julio a octubre, época de vuelo de las mariposas adultas, se colocan en el perímetro del Club unas trampas de feromonas para capturar machos y así reducir su éxito reproductivo, además de esta manera nos hacemos una idea de la importancia de la plaga para la siguiente temporada.

En la época de puesta, a partir de septiembre, procedemos a buscar las puestas y eliminar manualmente las que localizamos, además de utilizar endoterapia en todos los pinos de zonas con mayor riesgo para las personas. Como método indirecto pero muy eficaz utilizamos como aliado a las aves insectívoras facilitándoles refugio, instalando cajas nido, con más de 70 distribuidas en el Club.

Durante los meses de enero y febrero, cuando las orugas son adultas, procedemos a localizar y eliminar bolsones y  colocar trampas para capturarlas en el momento de la bajada del árbol.

Eliminar completamente y para siempre la procesionaria no es posible, no existe ningún método eficaz cien por cien para su control, nuestra estrategia consiste en utilizar todos los medios posibles desde el conocimiento del ciclo de la especie, para actuar en los momentos en los que es más sensible y al mismo tiempo protegiendo la salud de las personas.

Javier Villasante

Coordinador de zonas verdes y espacios naturales del CCVM