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V ivimos en una sociedad dual, o al menos eso se nos comunica desde múltiples instancias: partidos políticos, medios de comunicación masivos, “in- fluencers” y otras especies derivadas de las nuevas tecnologías de la comunicación y la información… el discurso que nos llega de todos ellos es supues- tamente “multicolor” y, sin embargo, el fondo del mensaje es bastante unánime: somos diferentes, lo que resulta evidente, y profundizar en esas diferen- cias hasta hacerlas obstáculos insalvables para la convivencia es el buen camino para el éxito perso- nal y colectivo. En un pasado reciente los miembros del género humano nos autocalificábamos como ”semejantes”, hoy ese término parece haber perdi- do buena parte de su significado. Pero por fortuna hay escenarios en nuestra socie- dad en los que la diferencia no se confunde con el antagonismo. Nuestro Club, como otras entidades similares, justamente hunde sus raíces, su presente y su futuro, en dos territorios fértiles donde la armo- nía es la norma. Me refiero al Deporte y la Cultu- ra. Ambas son actividades humanas basadas en las experiencias positivas, de crecimiento, que se obtienen en su práctica. Ambas vinculan de por vida a las personas que las practican desde un sentimiento muy poderoso, la emoción. En estos dos territorios fosas como la diversidad cultural, la lengua, los prejuicios y otras muchas basadas en la diferencia transformada en antagonismo, se re- llenan de materiales nutritivos y preciosos: el valor del esfuer- zo, la satisfacción del logro, la salud del cuerpo y de la mente, el equipo, la amistad, el juego leal, la belleza… Incluso en este potencial esce- nario ideal para la conviven- cia un antagonismo impone su ley; me refiero al generado por la desigualdad terrible y creciente entre pobres y ricos y el bloqueo que conlleva al acceso de las personas más desfavorecidas a la educación y el conocimiento, cuya adqui- sición es clave para el pleno desarrollo individual y social. La apreciación y práctica de la Cultura y el Deporte son señas de identidad propias de una sociedad rica y educada, como la nuestra, donde, paradójicamente, las diferencias socioeco- nómicas entre las personas son abismales y la po- breza es un mal casi endémico. Un mal que cierra las puertas a muchas personas a toda actividad que no esté volcada en la pura supervivencia. Pero atención, estas reflexiones personales en el inicio de la temporada, no son un llamamiento a un ejercicio estéril y masoquista de contrición de- bido a una errónea mala conciencia por recono- cernos instalados en el lado soleado del mundo. Muy al contrario, disfrutémoslo e impulsemos la ex- tensión del Deporte y la Cultura en toda ocasión que se nos presente, conscientes del enorme po- der que este hermanamiento tiene para acercar a las personas y contribuir a borrar el antagonismo y la negatividad. Comenzamos un nuevo curso en el Club. O sea que volvemos a casa y lo hacemos con ese pla- cer que proporciona recobrar las rutinas más posi- tivas y placenteras de nuestro día a día… Personalmente deseo a todos que esta temporada que comienza esté llena de deporte,amistad y salud. Joaquín Ballesteros Gerente CCVM 4 | Club de Campo Villa de Madrid nº 150 EDITORIAL Vuelta a casa…

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